No hay mejor compañero que un gato, si lo que uno quiere es concentrarse en unna tarea delicada. Como la que realiza el hombre del calendario de 1897. Trabaja en un dibujo aún no delineado. Fuma su pipa. El gato, recogido en sí mismo, dormita. Todo es paz y sosiego. Los botes de tinta, el pliego de papel, y el gato atigrado y somñoliento componen un instante afortunado.
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